Teófilo y Lorena son dueños de un viñedo en tierra de cafetales.
Su vino natural de producción artesanal tiene ese sabor dulce que se te queda en el paladar cuando consigues que, tras muchos años de empeño, la cosecha de la lambrusca americana arraigue en las montañas de costa rica.
Todo empezó con Teófilo, siendo niño y comiendo como un pájaro esas uvas maduras de las parras silvestres que encontraba por Grifo Alto. Su ‘y si…’ creció con él hasta que empezó a intentarlo.
La Finca Viña Lorena se encuentra a unos 900 metros sobre el nivel del mar, con siete hectáreas donde los árboles frutales acompañan las viñas, dispuestas en terrazas y plantadas en espaldera, protegidas por una cortina de bambú, que plantó el mismo Teófilo para retener la humedad y evitar los fuertes vientos que azotan ese valle.
Las viñas, abonadas con gallinaza una vez al año, brotan en diciembre y son fumigadas con un vinagre de madera de Poró, de elaboración propia, evitando pesticidas.
La vendimia suele realizarse entre julio y Agosto. Vecinos y amigos se unen a la familia para vendimiar, trabajando y disfrutando en comunidad de esa peculiar actividad: Vendimiar en tierra tropical lo hace único.
Tras la recolección, las uvas son prensadas de forma manual, con una prensadora de piedra, almacenan en frío el jugo resultante, retirando las semillas y la piel, y así reaprovechar sus interesantes propiedades saludables. El resultado del prensado se introduce en barriles plásticos, donde fermentan durante seis meses. El filtrado, embotellado y encorchado del vino también se realiza de forma artesanal, con botellas de vidrio reciclado provenientes de una fábrica Costarricense.
El etiquetado y sellado acaban firmando cada botella de vino, que lejos de ser una denominación de origen es un símbolo del “querer es poder”, con la artesanía y ecología de la mano.
Un kilo de uvas=una botella de vino: sin preservantes, aditivos o sulfitos añadidos. Mi viajé fue en Septiembre de 2019, por lo que no puede ver las Uvas pero sí probar ese delicioso vino natural, símbolo de respeto y amor por la Naturaleza.
Teófilo Y Lorena supieron leer el terreno y el clima. lo consiguieron.
el vino don teófilo, de color ambar, sabe al buen hacer: Despacio, con constancia, paciencia, respeto, sabiduría ecológica y creatividad.
Gracias por convertir aquella visita en una experiencia inolvidable.